El fútbol mundial está viviendo la crisis de la pandemia envuelto en no pocas polémicas, especialmente las acusaciones a las federaciones y a la Uefa sobre responsabilidad en la propagación del virus por no querer detener el negocio-espectáculo cuando el sentido común y las recomendaciones sanitarias así lo aconsejaban.

Se puso especial acento en los partidos de Champions League entre Atalanta-Valencia del 19 de febrero en Milán, que habría propagado la contaminación en Bérgamo, y entre Liverpool-Atlético de Madrid del 11 de marzo, ambos jugados a canchas llenas y desplazamiento de miles de hinchas de ciudades infectadas como Madrid.

Tampoco se salvaron de las críticas las actitudes mezquinas del tipo sálvese quien pueda de algunas de las figuras del juego, a cuya cabeza parece figurar Neymar, quien huyó literalmente de París para refugiarse en su mansión de 10 millones de dólares en Angra dos Reis, a la que abasteció con una compra de supermercado que fue descripta como obscena por su magnitud.

Por contrapartida el contagio de jugadores, técnicos, dirigentes (incluida la muerte de un expresidente de Real Madrid) dejaron en evidencia que el Covid-19 es implacablemente inclusivo, lo que sumado al drama de la propagación mundial generó el siguiente en el comportamiento de protagonistas e instituciones del fútbol mundial: el de la solidaridad.

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Mientras Neymar sigue recluido como si esperara una invasión de zombis, muchos de sus colegas tuvieron gestos más dignos, concretamente donaciones para ayudar en la lucha contra la pandemia.

En la apremiada Madrid, un movilizado Real Madrid, jugadores y dirigentes, anunciaron una donación conjunta de dinero.

Días antes la institución (que cedió al Bernabéu para almacenar insumos sanitarios) había abastecido a la ciudad con un importante cargamento de material sanitario mientras que algunos sus jugadores colaboraban por su cuenta, como Isco que lanzaba una campaña para recaudar 500 mil euros y el capitán Sergio Ramos que como embajador de Unicef gestionó un aporte de miles de kits de detección, mascarillas y mil equipos de protección individual para el personal de salud de los hospitales.

Los donativos también generaron una suerte del “Club del Millón”, con jugadores y técnicos que depositaron esa cifra en euros para ayudar en la emergencia: Lionel Messi (parte para Barcelona y parte para la Argentina) , Robert Lewandowsky (sumó esta cifra a un fondo creado por jugadores de Bayern) y el técnico de Manchester City Pep Guardiola integran este grupo.

El club Leganés abrió una cuenta y depositó 200 mil euros, el exmadridista y mundialista italiano Fabio Cannavaro, actual DT en China, donó 30 mil mascarillas a un hospital de Nápoles. Y otro DT, Luis García ,envió a España material sanitario desde Arabia Saudita, donde se encuentra conduciendo a Al- Shabab.

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Cristiano Ronaldo se ocupó de equipar con 20 camas y 20 respiradores artificiales la sala de cuidados intensivos del Hospital Santa María de Lisboa, y varios más sumaron sus aportes a países de origen como Sadio Mané de Liverpool que donó 52 mil euros al Comité de Lucha del Coronavirus de Senegal.

Lorenzo Insigne, de Napoli, aportó 100 mil euros a los hospitales de la región italiana de Campania, y el plantel de MIlan aportó una cifra no difundida para el combate de la pandemia en la castigada Lombardía.

Los todopoderosos dueños de algunos clubes también sumaron su aporte, es el caso del singapurense Peter Lim, dueño de Valencia, que contribuyó con 50 mil mascarillas y 300 termómetros para los atiborrados hospitales valencianos, de Turki Al-Sheikh, ministro de la Corte Saudita y dueño de Almería que suma 1.300.000 euros en donaciones que incluyen a gente que perdió su trabajo y Steven Zhang, presidente de Inter, que aportó 300 mil mascarillas a la Protección Civil Italiana.

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A nivel organizaciones, la todopoderosa Fifa se anotó con 10 millones de dólares a la Organización Mundial de la Salud, la Federación Alemana de Fútbol sumó 2.500.000 millones para paliar el problema en su país y en la misma sintonía la AFA habilitó un hospital de 120 camas en el estadio de Futsal del predio de Ezeiza, además de apoyar la cuarentena argentina con un video.

A fuerza de convivir con los peores escenarios de la pandemia, el fútbol “pudiente” en todos sus estamentos se decidió en buena medida por la solidaridad o por el simple pero valioso ejemplo de muchas de sus figuras de difundir su cumplimiento de la cuarentena, una obligación por el momento decisiva que cuesta introducir en las mentes más obtusas.

Todo esto en un tiempo especialmente atroz en el que los aplausos de los hinchas dejaron de derramarse sobre sus admirados jugadores, y ahora todas las noches se dirigen a miles de médicos, enfermeros, paramédicos, choferes de ambulancias, todos ellos anónimos, todos ellos los nuevos ídolos.

Edición Impresa

El texto original de este artículo fue publicado el 11/04/2020 en nuestra edición impresa.

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