Con varios reclamos como el regreso de Zachary Quinto al papel de villano, la serie de la cadena AMC ‘NOS4A2’ adaptaba la novela homónima de Joe Hill, el hijo de Stephen King, que ha ido desarrollando una carrera de éxito en literatura y cómic. Recientemente Netflix anunciaba que otra de sus adaptaciones, ‘Locke & Key’, tendría continuación y parece que esta también tuvo suficiente éxito como para que se estrene pronto una segunda temporada.
Este relato de un vampiro espiritual que se alimenta de la felicidad de los niños, tiene una creciente legión de fans en su versión escrita, pero la serie con Jami O’Brien como showrunner, y que coprotagoniza la australiana Ashleigh Cummings, no logra cautivar y enganchar como la novela, pese a contar con una producción con buen acabado y un material de partida que aprovecha el lado tétrico de los vampiros pasándolos a un plano espiritual, ya que se alimentan de la infelicidad de los niños.
No por casualidad, el libro su padre ‘Doctor Sueño’, adaptado de forma sublime por Mike Flanagan, tenía cameos de los personajes de ‘NOS4A2’, implicando que los vampiros de vapor de la secuela de ‘El resplandor’ (The Shining, 1980) coexisten en el universo literario de Hill y puede que este sea el único punto de interés de todo el conjunto, pese a que se respeta el argumento principal de la novela. La protagonista es Vic McQueen, una joven de Nueva Inglaterra que, pese a las dificultades económicas de su familia, se plantea estudiar una carrera artística en la universidad.
El viajero de la noche
Huyendo de las constantes peleas de sus padres Chris (Ebon Moss-Bachrach) y Linda (Virginia Kull), descubre que, atravesando un viejo puente derruido puede encontrar objetos perdidos de forma sobrenatural, una habilidad que le llevará a convertirse en una amenaza para Charlie Manx, un vampiro que se alimenta de las almas de los niños y deposita lo que queda de ellas en Christmasland, un lugar producto de su imaginación en el que todos los días son Navidad, y en el que la no felicidad está considerada un delito.
Quinto hace un Manx interesante, maquillado por Joel Harlow, pero acaba resultando intenso de más y deja de ser amenazador. Parte del problema es la cantidad de trasfondo que se le trata de imprimir al villano que se supone que debe dar miedo, y, pese a que componer monstruos no unidimensionales es de agradecer, en el caso de ‘NOS4A’ acaba diluyendo el poder amenazante de su lado fantástico y parte del problema es un casting al que le queda lejos la encarnación de Sylar.
Puede que la obra literaria de Hill no sea tan fácil de reinterpretar como la de su padre, pero lo cierto es que aún no ha conocido una que realmente tenga algo de aguijón. Ni la personalidad visual o el amor por el género de Alexandre Aja lograba inyectarle algo de vida a la plomiza ‘Horns’ (2013), y la versión de ‘Locke and Key’ que se estrenó en Netflix es vagamente trepidante, con algunos momentos visuales dispersos que dan la sensación de estar ante algo con más entidad.
Una oportunidad perdida
El patrón no es muy diferente en este caso, y empieza a ser un hilo tan recurrente en las adaptaciones de Hill que realmente empieza a no parecer descabellada la idea de que el problema se arrastra desde el material de partida. ‘NOS4A2’ se aproxima al terror con cierta aprensión, y una distancia en la que se adivina algo de desinterés incluso hacia lo fantástico. Los guiones del equipo de O’Brien están inclinados a dar gravedad al aspecto melodramático de la historia que le quitan cualquier atisbo de humor o urgencia a lo que se supone que debe ser una aventura trepidante.
Desde su piloto, dirigido por Kari Skogland, se lima el trasfondo de fantasía y cada vez que se filtra algún tipo de elemento fantástico, mínimamente perturbador, dentro de la historia, la serie sube enteros, pero estos acaban quedando reducidos a dar golpes de efecto que indican el potencial fallido de la adaptación. Los niños transformados con dientes feroces, el poder siniestro del coche o los prisioneros bajo el suelo de hielo de ‘Christmasland’ son detalles aislados que indican que había una buena serie en alguna parte.
Muchas vueltas para empezar a implicar a su protagonista, cuyos dilemas no fluyen ni se interconectan de forma armónica con el resto de sucesos de la serie, muy preocupada en presentarnos secundarios —y más historias secundarias que no van a ninguna parte— y carente de emoción o un imaginario que justifique sus 10 episodios instalados en el desinterés por su narrativa dispersa. Puntuales momentos de terror y la creación de una mitología propia no son suficientes para hacer remontar ‘NOS42U‘ que se queda a medio camino de demasiadas cosas.