En Malasaña, uno de los barrios más dinámicos y cosmopolita de la capital madrileña, se esconde este loft que no tiene nada que enviar a los neoyorquinos de quienes importamos el concepto y la idea de transformar fabricas o pabellones industriales en viviendas.
Esto es lo que han hecho en el estudio de RQH Studio con el interiorista Rober Quiñones-Her a la cabeza. El espacio llama la atención por sus techos altos (más de tres metros) y grandes ventanales. Las reminiscencias neoyorkinas ya estaba allí, porque el edificio albergaba antes una antigua fábrica del barrio pero Rober Quiñones, fue más allá potenciando al máximo esta estética con la elección de cada pieza y material.
Antes de la reforma, sus 140 m2 se encontraban totalmente diáfanos. El trabajo se centró en determinar una distribución y su diseño y todo se pudo hacer en apenas dos meses.
Lo único que había de origen en la vivienda y que se decidió no solo mantener, sino ensalzar, fueron la pared de ladrillo visto, el techo de vigas y el suelo de madera de roble. Esta particular y atractiva envolvente marcó todo la estética del proyecto. La base de la madera en vigas y en el suelo, aporta la calidez que solicitaban los propietarios, minimizando el toque frío del estilo industrial predominante.
El pavimento de madera natural, se trató para devolverle al roble todo el encanto de su textura y del veteado original. Solo en el baño y en la zona de la cocina se optó por instalar un porcelánico, mucho más apropiado para zonas húmedas. La pared de ladrillo cara vista que recorre toda la parte interior de la fachada, integrándose en cada una de las estancias en las que se distribuyó la vivienda.
Una nueva distribución
Los 140 m2 de este loft se dividieron en tres estancias. Su distribución vino condicionado por los cinco grandes ventanales, para que las tres estancias estipuladas; salón/comedor/cocina, dormitorio y baño, tuvieran luz natural.
De hecho, en la zona común, se optó por no vestir los ventanales, precisamente para potenciar al máximo la luz natural. El acceso a la vivienda conecta directamente con el espacio principal de la vivienda que acoge en un mismo ambiente el salón, la cocina y el comedor. Este espacio abierto que ya deja ver los elementos originales y sorprendentes de la casa, genera un efecto sorpresa a todo el que lo visita.
La entrada, la cocina, el comedor y el salón comparten el mismo espacio
La cocina blanca es un diseño a medida del estudio compuesto de un pared alta que acoge la zona de aguas y la mayoría de electrodomésticos panelados y una isla con la encimera de silestone negro donde se halla la zona de cocción y un espacio tipo barra con dos taburetes de diseño. Llama especialmente la atención la campana de tipo industrial suspendida sobre los fogones que continúa con el tubo de extracción visto, potenciando el estilo del loft.
El comedor está presidido por una mesa de madera recuperada que simula una corteza de árbol. Junto a ella, en la pared, se ha aprovechado un hueco para colocar un armario a juego con la cocina. El color blanco de los diferentes elementos hace de hilo conductor en esta zona, a la vez que aportan luminosidad al conjunto donde predominan los tonos grises.
El respaldo del sofá chaise longue actúa de separador y zonifica el espacio destinado a salón propiamente dicho. El gris está presente en toda la vivienda. En esta estancia se ha elegido en las paredes y en el pavimento porcelánico de la cocina que conduce hasta el pasillo.
El dormitorio
El dormitorio sigue la misma línea estética que la estancia principal del loft, teniendo en cuenta que comparten elementos como el suelo, el techo y la pared de ladrillo. En este entorno el mobiliario se ha reducido al mínimo imprescindible. El gris vuelve a ser el protagonista y se encuentra en paredes, textiles y otros elementos como el cabecero de obra de acabado hormigón también a medida. En el dormitorio el uso del gris potencia la sensación de recogimiento que se busca para un buen descanso.
La única licencia cromática que se ha permitido en el piso han sido los cojines, en azules y ocres, a juego con el cuadro. Aquí la cortina tiene un efecto muy teatral debido a su altura y su caída.
El cuarto de baño
El único baño cuenta con la misma altura de techo que el resto de la vivienda lo que resulta inusual e inesperado. Esto junto al tamaño de la ventana y la pared de ladrillo marcan el diseño de una estancia para la que se ha elegido el mismo pavimento porcelánico gris que en la cocina, aunque de distinto formato.
En la pared en la que se apoya el lavabo doble, RQH Studio creó un muro sobrepuesto con acabado hormigón, (el mismo que el del cabecero del dormitorio), lo que refuerza, aún más, el estilo loft.
En este entorno, destaca la calidez del mueble del lavabo de madera de iroko con barniz brillo y la bañera exenta que convierte al baño en un auténtico espacio de relajación.
Proyecto e imágenes RQH Studio , interiorista Rober Quiñones-Her
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