Cualquiera diría que el plan de Blumhouse es producir absolutamente todo lo que les cae en las manos. ¿Una secuela inesperada de ‘Paranormal activity’? Por supuesto. ¿Un reboot y al mismo tiempo continuación de ‘Jóvenes y brujas’? Cómo decir que no. ¿La adaptación en versión terrorífica de una serie dramática de 1977? Adelante. Ahora, alguien ha llamado a la puerta de la productora convenciéndoles de que era una buenísima idea hacer un remake de ‘Ojos de fuego’ casi 40 años después. Spoiler: no era una buenísima idea.

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We didn’t start the fire

Por mucho que algunos lectores de pro nos quieran hacer creer que lo más normal es empezar a leer novela adulta con James Joyce, lo cierto es que la puerta de entrada para muchos es Stephen King. Y no es para menos: le pese a quien le pese, tiene un estilo único y un manojo de obras inabarcable que van desde la obra maestra hasta el desastre narrativo. ‘Ojos de fuego’ está en un decente término medio: está bien escrita, engancha y tiene una trama más o menos compleja en el que los personajes y sus relaciones están en primer plano.

Por algún motivo, la versión de 2022 de ‘Ojos de fuego’ decide que no le gusta el final de King ni el de la película original y se inventa uno nuevo en el que la tormenta de destrucción y el drama hacen aguas por todos los lados: por mucho que Scott Teems, el guionista (que anteriormente pergeñó ‘Halloween Kills’), crea que tiene una resolución fantástica, lo cierto es que no se tiene en pie, perdiendo la gracia, el apoyo del público hacia Charlie y la épica en la venganza. Un cúmulo de malas ideas.

Ojos de fuego

Lo cierto es que este ‘Ojos de fuego’ es más gracioso que terrorífico desde la primera escena, en la que un perdidísimo Zac Efron coge a su bebé mientras este se inunda de llamas como si fuera la Antorcha Humana. No es una referencia aleatoria: esta nueva versión parece querer beber del cine de superhéroes y aprovechar su éxito estirándolo de manera torticera. De hecho, en un momento dado, un personaje dice explícitamente “Eres una superheroína de la vida real”. Pero si intenta ser la versión terrorífica de una película de Marvel, al menos podría haber cuidado sus efectos visuales.

Todos contra el fuego

‘Ojos de fuego’ es una buena novela que, por algún motivo, nunca llega hasta sus últimas consecuencias en las adaptaciones a cine. En su primera versión, por la limitación de la época. En esta por falta de presupuesto, vagancia o las dos combinadas. El fuego CGI no está bien integrado y parece tan falso que en ocasiones podría ser una película de The Asylum. Este reboot tiene la factura visual de un subproducto directo a vídeo en los 90. No es solo que no haya riesgo: es que, además, no luce bien ni tan siquiera en sus decorados.

Ojos de fuego

“Jules fue despedido hacia atrás en forma tan súbita y violenta como si lo hubiera golpeado la esfera de demolición de una gigantesca grúa invisible. Recorrió más de diez metros por el aire, pero ya no era un hombre sino una bola crepitante de fuego”. En la novela original, este es el inicio de una impresionante orgía de destrucción en la que Charlie suelta todo su poder destruyendo todo lo que pilla a su paso. Ahora, toda la acción, claramente insuficiente, ocurre en el sótano de un edificio. Pasillos y pasillos de la nada más absoluta. El decorado menos estimulante posible para la versión de ‘Ojos de fuego’ menos estimulante posible.

Si vas a volver a adaptar una novela como esta, hazlo con todas las de la ley: sáltate todas las reglas, chamusca a todo el mundo, haz que los edificios exploten y que nosotros sintamos, como la niña, que el poder es más grande que ella. Si vas a quedarte a medias, tímido, mirando la novela original como un imposible cuya crudeza no se puede igualar, tu película es innecesaria. Keith Thomas, el director, no toma ningún riesgo ni formal ni narrativo, y nos mantiene a la espera de un clímax por todo lo alto que nunca llega. Lo más que consigue es recordarnos a ‘Stranger things’, una serie que ya bebía (y bastante) de la película original. Retro-retroalimentación.

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Fuego pasado por agua

Por supuesto, Thomas ya ha anunciado que si la película triunfa tiene pensadas precuelas, secuelas, spin-offs y lo que haga falta. Si ya cuesta mantenernos interesados durante hora y media con una niña que lanza fuego, no creo que la historia de cómo los padres de Charlie descubrieron sus poderes psíquicos lo haga. Y en medio de estos fuegos artificiales en una noche de lluvia están Zac Efron y Sydney Lemmon (‘Succession’, ‘Fear the walking dead’), que ruedan en piloto automático y no elevan el resultado.

El primer acto de ‘Ojos de fuego’ es decente: el drama de una familia que debe ocultar sus poderes del resto del mundo, pero en cuanto empieza a expandir el universo se lía sola. Desde que la organización que les persigue entra en juego, la trama se vuelve tan innecesariamente confusa como poco imaginativa. Lo único que consigue que sigamos prestando atención a lo que pasa en cada escena es la banda sonora de John Carpenter, Cody Carpenter y Daniel Davies, que está a años luz de ser una obra maestra del director y compositor pero se agradece, como un toque de sensatez en medio de un erial.

Este remake no tiene claro si quiere ser un homenaje al cine de terror de los años 80, una actualización, una adaptación infiel de Stephen King, una obra para recordar escenas míticas de ‘Stranger Things’ o una película de superhéroes dark, pero no cumple ninguna de estas intenciones. Es una película blanda, aburrida, con efectos visuales de cuarta división y cuyos pocos logros ya estaban en la novela original. Para este viaje no nos hacían falta alforjas, Blumhouse.

En resumidas cuentas

‘Ojos de fuego’ no tiene razón de ser en 2022. No innova, no transgrede, no actualiza ni tiene regusto clásico: es hora y media de cine de terror que ni siquiera llega a entretener. Sus efectos visuales parecen de hace veinte años, su adaptación respecto a la novela de King se queda corta y su dirección es, básicamente, un folio en blanco sin intenciones. Entre ver la original de 1984 y el reboot de 2022, la mejor idea es… refugiarse en la novela.