En críticas o artículos como este, donde se habla de una película en concreto, se tiende a nombrar directamente a los nombres de los actores en lugar de su personajes -al menos, yo soy de los que tiende a eso- ya que su carisma se inserta de tal manera en la esencia de estos que resultan casi indivisibles. Casi podrían ir hasta sin nombre, porque no importa, como el personaje de Clint Eastwood en los westerns de Sergio Leone.

Es un poco también el caso de uno de los personajes más emblemáticos de Ryan Gosling, quizá el que más y el que ha definido su carrera. No necesita nombre, sólo sabemos que se llama como su oficio. Gosling le tiene cogida tanta la medida que no necesitamos más, ni siquiera un pasado. Es una de las cosas que han vuelto tan trascendental a ‘Drive‘, una de las películas de acción más atípicas y esenciales de la pasada década que puedes ver en Disney+.

Un verdadero héroe

Gosling fue una elección sin dudas para el productor Marc Platt, que había obtenido los derechos para adaptar la peculiar novela de James Sallis de 2005. Algo de su presencia le recordaba a algunos de sus héroes de juventud, que dominaban por completo sus personajes, como el mencionado Eastwood o a Steve McQueen en películas como ‘Bullit‘ (una clara inspiración). Por ese motivo el actor tuvo bastante influencia en la toma de decisiones, incluyendo la elección del director.

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Gosling es Driver, el conductor, un hombre que acepta encargos de chófer para delincuentes, llevándolos de un lado a otro de la manera más eficiente y sin hacer preguntas. Esa es la verdadera fuente de sus ingresos, en lugar del taller donde trabaja o sus esporádicos encargos como especialista de cine. Poco sospechan de ello su vecina (Carey Mulligan) y su hijo pequeño con los que establece una inesperada conexión.

No obstante, hay más de lo que parecía. Su marido (Oscar Isaac) ha vuelto tras pasar por la cárcel, aunque no ve al conductor como una amenaza de su núcleo familiar como de una oportunidad de dar un gran golpe. A partir de ahí la película va siguiendo un camino bastante marcado, pero bien amplificado por la capacidad sensorial y narrativa del danés Nicolas Winding Refn (para los amigos N W R) en la película donde más contiene sus tendencias insufribles y más consigue mostrar sus virtudes.

‘Drive’: acción estilizada

La película es una impresionante pieza de acción que deja para el arrastre a producciones con casi diez veces su presupuesto. La clave es una buena recuperación de la crudeza y energía de filmes clásicos, como la citada ‘Bullit’ o ‘Ladrón’ con James Caan, más centradas en atmósfera que en tramas intrincadas.

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Puros ejercicios sensoriales de los que N W R toma las lecciones correctas, sin además zambullirse en el ejercicio nostálgico. Es capaz de rememorar a esas películas clásicas pero llevarlas a una dirección más moderna. Por ello su ejercicio de acción acaba teniendo mucho de reflexivo, de deconstrucción del arquetipo de este héroe de acción moralmente complejo.

Lo hace con una estilización exquisita, que nunca se impone en exceso sino que apuntala su personalidad. Sus detalles visuales se han vuelto bastante influyentes en el cine que ha llegado posteriormente, y su poderosa banda sonora llena de sintetizadores se ha vuelto -junto con los juegos de ‘Hotline Miami’- en el gran motivo del resurgir del synthpop/synthwave de este siglo. Sólo por ello le debemos todo a ‘Drive’.

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