Crisis migratoria Campo de refugiados Ter Apel Foto AFP
Crisis migratoria: Campo de refugiados Ter Apel. // Foto AFP

Decenas de neerlandeses protestaron contra la inmigración en Ter Apel, una localidad de Países Bajos cerca de la frontera alemana, donde desde hace varios días cientos de refugiados acampan en las afueras de un centro de recepción “desbordado” y en el que murió un bebé de tres meses.

El motivo de la protesta es que ya tenemos bastantes molestias, como los robos en las tiendas (…) Y ahora vemos a las personas quedarse fuera, frente al centro de solicitantes de asilo”, dijo Eric Wessls, uno de los manifestantes, al canal Euronews.

“Decimos que los verdaderos refugiados son bienvenidos, como la gente de Ucrania o los que huyen del terrorismo islamista, pero esos son jóvenes africanos y no podemos tolerarlo por más tiempo”, añadió, según reprodujo la agencia de noticias Europa Press,

Durante dos noches, unos 700 migrantes durmieron a la intemperie porque el centro de recepción de asilo, con una capacidad de 2.000 personas, está completo.

En dicho espacio -que fue denunciado por Médicos Sin Fronteras por estar “desbordado” y ser “incapaz de atender necesidades básicas”- hace tres días murió un bebé de tres meses en condiciones que se investigan.

El hecho detonó protestas de varios cientos de personas frente al lugar y generó la reacción de la Comisión Europea, que instó al Gobierno a investigar a fondo la muerte del bebé.

“Ahora mismo no estamos centrados en otra cosa”, aseguró el primer ministro del país, Mark Rutte, quien describió la situación como “terrible”.

Uno de las personas que durmió afuera del centro de recepción dijo que está allí hace tres días y que “hacía mucho frío”.

“La última noche hubo mucho viento y después de las 3 de la mañana ya no pudimos dormir. No nos sentimos seguros porque estamos afuera del centro de asilo. No hemos entrado y no tenemos permiso para entrar”, lamentó el sirio Ibrahim Alfawal.

Condiciones inhumanas

Los refugiados se quedan a la intemperie por temor a perder su puesto en la cola de registro, según voceros de la Agencia Central para la Acogida de Solicitantes de Asilo (COA, por sus siglas en inglés).

Para el presidente del COA, Frank Candel, la crisis de Ter Apel no tiene que ver con un aumento del número de refugiados, sino con los recortes presupuestarios del Servicio de Inmigración y el cierre de los centros de asilo, que generaron la falta de alojamiento y un aumento en los tiempos de procesamiento de las solicitudes.

Como primera medida para aliviar la situación, la COA trasladó a 150 refugiados de Ter Apel a un polideportivo en Apeldoorn en un intento por aliviar el hacinamiento crónico.

MSF, en un comunicado de denuncia publicado este viernes, lamentó la situación “cada vez más inhumana” en Ter Apel, que forzó la intervención médica directa de la organización en suelo neerlandés por vez primera en los 50 años de historia de la ONG.

“El centro está completamente desbordado y no tiene capacidad suficiente para satisfacer las necesidades más básicas de los recién llegados”, aseguró la organización humanitaria.

“Todos ellos están viviendo en condiciones inhumanas e indignas (…) El Gobierno y los municipios locales deben mejorar urgentemente las condiciones de vida de todas estas personas y asumir la responsabilidad de proporcionarles atención médica”, expresó la directora general de MSF para los Países Bajos, Judith Sargentini.

Más de 50.000 ucranianos recibieron asilo en Países Bajos, pero la mayoría de las personas que aguardan a que se procese su solicitud provienen de Afganistán, Eritrea, Irak, Irán y Siria.