Frank
Darabont
lo
tenía
clarísimo
desde
que
leyó
Rita
Hayworth
y
la
rendición
de
Shawshank
dentro
del
libro
de
relatos
de
Stephen
King
Las
cuatro
estaciones:
tenía
que
adaptarlo
al
cine
como
fuera.
Y
en
cuanto
cobró
su
primer
trabajo
como
guionista
por
Pesadilla
en
Elm
Street
3
(la
mejor
de
las
secuelas,
todo
sea
dicho),
le
dio
un
cheque
al
escritor
por
5000
dólares.
King
lo
aceptó,
le
puso
un
marco
y
jamás
lo
cobró.
De
hecho,
se
lo
devolvió
a
Darabont
con
una
nota
en
la
que
ponía
“Por
si
acaso
algún
día
necesitas
pagar
una
fianza.
Con
amor,
Steve”.
Produciendo
éxitos
Y
vaya
que
si
funcionó:
de
sus
cuatro
películas
como
director,
tres
están
basadas
en
libros
de
Stephen
King
(La
Niebla,
La
milla
verde
y,
claro,
Cadena
perpetua).
De
hecho,
desde
2007,
Darabont
se
ha
dedicado
tan
solo
a
desarrollar
series
como
Mob
City
o
la
multi-exitosa
The
Walking
Dead.
Y
teniendo
esta
franquicia
entre
manos,
¿quién
necesita
más
dinero?
Además,
así
no
tendrá
que
enfrentarse
con
los
ejecutivos
de
Hollywood.
Todos
sabemos
que
gran
parte
de
las
películas
están
hechas
a
base
de
notas
del
estudio.
A
veces
son
estúpidas,
a
veces
con
molestas,
pero
unas
pocas
dan
en
el
clavo.
Y
es
lo
que
pasó
en
Cadena
perpetua,
que
culmina
con
el
reencuentro
de
Red
y
Andy
en
Zihuatanejo…
pero
en
su
primera
versión
se
quedaba
con
un
final
abierto:
Red
se
montaba
en
el
autobús,
sin
saber
lo
que
le
depararía
el
futuro.
Los
productores
se
acercaron
a
Darabont
y
le
dijeron
“Después
de
más
de
dos
horas
de
infierno,
les
debes
esa
reunión”.
En
defensa
de
Darabont,
así
es
como
acababa
la
novela
original
de
King,
pero
claro,
también
Red
era
un
irlandés
blanco
y
aquí
se
cambió
por
Morgan
Freeman.
Y,
definitivamente,
el
público
necesitaba
ver
ese
abrazo
final.
Por
una
vez
en
la
historia
del
cine,
los
ejecutivos
tuvieron
razón.
No
se
volverá
a
repetir.