Ahora que ha ganado el Emmy, te has quedado sin excusas para ver una de las mejores comedias de los últimos años que sólo se podría haber hecho hoy

En
el
transcurso
de
la
última
edición
de

los
Emmy
este
año,
hubo
momentos
en
los
que
fans
de
la
comedia
temimos
que
‘The
Bear’
volviese
a
comerle
la
tostada
al
resto
de
nominadas.
La
serie
de
Christopher
Storer,
aunque
muy
recomendable,
lleva
desde
sus
inicios
suscitando
dudas
de
si
la
categoría
de
comedia
es
siquiera
adecuada.
Por
suerte
para
sus
seguidores
otra
serie
que
sí
es
indudablemente
comedia,
‘Hacks’,

se
alzó
en
su
lugar
con
la
estatuilla.

La
serie
creada
por
Lucia
Aniello,
Paul
W.
Downs
y
Jen
Statsky
no
es
desconocida
de
los
Emmy.
Lleva
años
asomando
la
cabeza
en
premios
nada
desdeñables
de
dirección
y
de
guion.
Por
tercer
año
consecutivo,
además,
Jean
Smart
se
ha
hecho
con
el
reconocimiento
a
Mejor
Actriz
de
comedia
por
su
papel
como
la
excéntrica
y
narcisista
Deborah
Vance.

No
son
únicamente
los
fans
de
la
serie
los
que
deberían
estar
de
enhorabuena.
El
reconocimiento
a ‘Hacks’
en
su
tercera
temporada
llega
en
el
momento
perfecto
para

reivindicarla
como
una
de
las
mejores
comedias
de
los
últimos
años.
La
serie
no
es
solo
increíblemente
divertida
(hasta
sus
creadores
se
animaron
a
hacer
unos
chascarrillos
recibiendo
el
premio),
es
también
un
mordaz
retrato
de
personajes
que
sólo
se
podría
haber
hecho
hoy.

Partiendo
de
una
premisa
algo
peliaguda:
una
joven
guionista “cancelada”
por
antiguos
comentarios
en
Twitter
a
la
que
le
ofrecen
trabajo
con
una
vieja
estrella
de
la
comedia
en
horas
bajas,
la
serie
usa
el
bache
generacional
entre
ambas
para
tratar
de
tender
un
puente
a
priori
imposible:
¿Pueden
llevarse
bien
dos
mujeres
que
tienen
visiones
de
la
vida
fundamentalmente
opuestas?

La
respuesta
son
tres
temporadas
de
aventuras
y
chistes
afilados
que
aún
sigue
respondiéndose.

Como
las
mejores
comedias,
hay
mucho
de
vulnerabilidad
en ‘Hacks’.
Ava,
Gen
Z
rebelde
y
respondona,
es
esclava
de
verse
obligada
a
caminar
con
pies
de
plomo
y
proyectar
ciertas
actitudes
que
su
generación
le
han
impuesto.
Mientras
que
Deborah,
una
clásica

girlboss
sin
filtro
que
se
creó
como
mujer
en
un
mundo
de
hombres,
no
cuestiona
sus
propias
actitudes
machistas
que
van
en
contra
del
empoderamiento
que
prodiga.

La
serie
es
una
rareza
que
es
a
la
vez
profundamente
intelectual
y
humana.
Le
tiene
el
pulso
pilladísimo
a
la
actualidad,
pero
sus
conflictos
son
atemporales.
Por
cada
trama
irremediablemente
ligada
a
la
industria
del
entretenimiento
hay
divertidas
peripecias
con
las
que
cualquiera
puede
empatizar.
Por
cada
norma
autoimpuesta
que
tiene
Ava
de
cómo
debería
sentirse
o
pensar,
o
por
cada
bordería
pronunciada
por
Deborah,
un
muro
de
hielo
humano,
hay
un
sentimiento
detrás
real
y
oculto
que
está
haciéndoles
daño.

Aunque
el
foco
mediático
en
Jean
Smart
es
merecido
(es
uno
de
esos
casos
televisivos
donde
un
intérprete
parece
tener
un
papel
a
su
medida),

Hannah
Einbinder
se
merece
también
su
aplauso
por
ser
la
otra
mitad
de
esta
compleja
dupla.
Mientras
las
carreras
de
ambas
profesionales
se
retroalimentan
crecen
nuevos
conflictos
y
puntos
de
unión,
que
irán
creando
de
forma
orgánica
una
historia
de
codependencia
entre
dos
mujeres
donde
con
cada
risa
se
esconde
una
lágrima.

Lo
mejor
de
Hacks
es
que
a
pesar
de
que
muchos
no
se
achantarían
en
llamarla
una
comedia
dramática,
se
trata
de
una
comedia
increíblemente
orgullosa
de
serlo,
también
en
lo
formal.
No
faltan
los
clichés
del
género
desde
los
personajes
histriónicos,
las
clásicas
aventuras
de
malentendidos
y
los
episodios
conceptuales.
Pero
todo
está
al
servicio
de
un
desarrollo
de
personajes
muy
marcados
y
de
una
relación
entre
las
dos
protagonistas
que
es
siempre
el
centro.

Con
la
última
temporada,
su
vertiente
más
dramática
sale
a
relucir.
La
serie
se
ha
convertido
con
el
tiempo
en
un
elaborado
enredo
sobre
las
complejas
dinámicas
de
la
industria
del
entretenimiento
lleno
de
puñaladas
y
egos
rotos,
pero

en
el
camino
no
ha
perdido
un
ápice
de
lo
que
la
hacía
especial.
Es
bonito
que
haya
ganado
el
premio
a
Mejor
Comedia
una
serie
sobre
lo
difícil
que
es
hacer
reír,
y
sobre
cómo
el
humor
es
un
poderoso
vehículo
para
gente
que
siempre
se
ha
sentido
en
los
márgenes.

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