Es
una
obra
maestra
y
una
de
las
mejores
películas
de
la
historia,
pero
la
llegada
de

Ridley
Scott

a


Gladiator


carece
de
la
épica
que
uno
imagina
en
un
rodaje
de
estas
características
.
Cuentan
que
dos
productores
de
DreamWorks,
que
querían
el
mejor
director
para
el
guion
escrito
por

David
Franzoni
,
le
enseñaron
a
Scott
una
pintura,
Police
Verso,
de
Jean-Léon
Gérôme.
Le
fascinó
tanto
que
aceptó
dirigir
sin
leer
una
sola
línea
de
la
historia
o
del
guion.
Scott,
casi
ofendido,
replicó
“No
me
importa,
lo
haré”
.
Genio
y
figura.

Cosas
de
trigales

Gran
parte
de
la
magia
de
Gladiator
nació
de
la
casualidad.
Por
ejemplo,
hubo
un
momento
durante
el
rodaje
en
Inglaterra
en
el
que
Scott
se
enteró
de
que
la
Comisión
Forestal
iba
a
eliminar
una
parte
del
bosque
en
el
que
estaban
grabando.
¿Su
idea?

Pedir,
por
supuesto,
permiso
para
quemarlo
y
que
entrara
dentro
de
la
película.

No
solo
fue
épico
sino
que,
además,
ayudó
al
gobierno.
Dos
en
uno.

Pero
el
plano
casual
más
interesante
rodado
por
Scott
es
el
de
la
mano
sobre
el
trigo,
que
de
hecho
se
repite
en


Gladiator
II

y
es
posiblemente
el
más
conocido
de
la
película.
Según
cuenta
el
director,

el
rodaje
de
esa
mano
era
el
último
plano
de
la
fotografía
principal

y
ni
siquiera
era
la
de

Russell
Crowe
,
sino
la
de
su
doble.
“El
tío
estaba
de
pie
en
el
campo
de
trigo,
fumando.
Yo
le
dije ‘Sal
del
campo,
¿estás
de
coña?’.
Era
la
mitad
del
verano,
un
clima
seco.
Él
responde ‘Ah,
perdona,
tío’.
Caminó
hacia
fuera
e
hizo
esa
cosa
con
la
mano.
Yo
le
dije ‘Para
ahora
mismo.
Coge
la
Steadicam'”
,
confesó
Scott
a

Deadline
.

No
fue
la
única
bella
casualidad:
Crowe
se
inventó
la
frase
“Fuerza
y
honor”
,
que
era
una
versión
modificada
del
lema
de
su
instituto,
que
estaba
en
latín, “Veritate
et
virtute”.
O
sea, “Verdad
y
virtud”.

¿Quién
le
iba
a
decir
que
iba
a
convertirse
en
una
de
las
más
repetidas
por
los
cinéfilos
-un
poquito
flipados
de
más-
de
todo
el
mundo
casi
tres
décadas
después?