
En
1963,
Elvis
Presley
ya
había
abandonado
del
todo
la
idea
de
ser
un
actor
de
drama
serio,
y
tenía
que
conformarse
con
los
musicales
de
chicas
y
playa
que
le
ofrecían
de
manera
constante.
Estaba
en
la
cima
de
su
fama,
y
películas
como
¡Chicas!
¡Chicas!
¡Chicas!
o
Amor
en
Hawai
no
ayudaban
precisamente
a
ser
reconocido
como
algo
más
que
un
simple
artista
rock
aprovechando
su
momento
de
éxito.
Y,
obviamente,
Puños
y
lágrimas
no
iba
a
ser
menos.
De
hecho,
se
anunciaba
como
“Elvis
moviéndose
más
alto
que
la
aguja
espacial
con
las
chicas
y
las
canciones
en
la
famosa
feria
mundial”.
Puedes
imaginar
que
no
ganó
el
Óscar
precisamente.
Aumbabuluba
balambambú
Sin
embargo,
esa
pequeña
peliculita,
considerada
una
mota
de
polvo
en
la
amplia
carrera
de
Elvis,
hoy
por
hoy
es
conocida
por
otro
hallazgo:
la
primera
aparición
de
un
jovencito
que
le
pega
una
patada
al
cantante
con
todas
sus
fuerzas.
Quince
años
después
estaría
haciendo
del
propio
Presley
en
Elvis,
una
película
hecha
para
televisión
por
la
que
acabó
siendo
nominado
al
Emmy.
Estamos
hablando
de
una
leyenda
viva:
el
mismísimo
Kurt
Russell.
Lo
cierto
es
que
Russell,
cuando
fue
fichado
para
Puños
y
lágrimas,
no
tenía
ni
idea
de
quién
era
Elvis
Presley,
porque
lo
suyo
era
el
béisbol
y,
de
hecho,
estuvo
jugando
con
él
entre
tomas.
El
cantante,
por
su
parte,
insistió
en
conocer
al
padre
del
actor
infantil,
Bing
Russell,
más
conocido
por
sus
papeles
en
Bonanza
y
Los
siete
magníficos.
Al
verle,
quedó
fascinado
con
su
manera
de
llevar
el
sombrero
y
le
pidió
llevarlo
de
la
misma
manera.
Kurt
Russell
acabó
protagonizando
su
propia
serie
poco
después
de
estrenar
Puños
y
lágrimas:
The
Travels
of
Jaimie
McPheeters
duró
tan
solo
un
año
y
26
episodios,
pero
fue
suficiente
para
que
este
chaval
se
hiciera
un
hueco
en
Hollywood,
firmando
con
Disney
y
convirtiéndose
en
un
héroe
de
acción
y
ciencia-ficción
de
la
mano
de
John
Carpenter.
Al
fin
y
al
cabo,
¿qué
se
puede
esperar
del
niño
que
empezó
con
Elvis?