“Pagar
más,
ver
menos
contenido:
la
edad
dorada
de
la
televisión
llega
a
su
fin“.
Con
esta
frase,
The
Economist
nos
alertaba
del
fin
de
una
era
en
2025.
Una
era
cuyo
inicio
pocos
dudan
en
situar
en ‘Los
Soprano‘
y
que
ha
estado
vigente
todo
el
siglo
XXI.
Cada
vez
más
voces
alertan
de
este
crepúsculo
de
ciclo,
pero
muchos
gurús
y
medios
llevan
repitiendo
este
titular
desde
hace
casi
una
década.
¿Estamos
realmente
ante
el
final
de
la
Edad
de
Oro?
La
televisión
no
siempre
fue
como
es
hoy,
con
una
oferta
tan
variada
que
incluye
producciones
comparables
a
las
del
cine.
La
generación
Z,
que
ha
crecido
en
la
era
del
streaming,
no
puede
ni
imaginar
lo
que
era
ver
la
televisión
antes
de
los
90,
donde
las
series
estaban
dominadas
por
el
cartón
piedra
y
las
tramas
serializadas.
LAS
10
MEJORES
SERIES
DE
LA
DÉCADA
(2010-2019)
Cuando
las
series
no
eran
de
oro,
sino
de
cartón
piedra
A
finales
del
siglo
XX
las
series
más
potentes
del
mercado
eran
las
de
comedia.
TV
Insider
nos
proporciona
un
ranking
muy
representativo
del
tipo
de
series
más
vistas
en
los
90
en
base
a
mediciones
de
Nielsen.
Los
primeros
puestos
van
para
sitcoms
como
‘Seinfeld’
o ‘Un
chapuzas
en
casa’
(‘Home
Improvement’).
En
el
listado
se
cuelan
algunas
series
dramáticas
y
casi
siempre
médicas
o
policíacas,
como ‘Urgencias’
(‘ER’)
o ‘Ley
y
Orden’
respectivamente,
que
enseguida
dan
lugar
a
más
comedias
de
situación: ‘Roseanne’,
‘Friends’, ‘Frasier’, ‘Cosas
de
casa’
(‘Family
Matters’), ‘Los
Simpsons’
o ‘Cheers’.
En
España,
el
cartón
piedra
de
los
decorados
y
las
tramas
sencillas
eran
aún
más
evidentes.
Ver
ahora
uno
de
los
primeros
capítulos
de ‘Farmacia
de
guardia’
es
todo
un
(sufrido)
experimento
sociológico.
La
era
pre-2000
se
caracteriza
por
el
dominio
absoluto
de
la
comedia
de
situación.
Esto
se
explica
por
una
sencilla
razón:
requerían
un
presupuesto
mucho
más
modesto.
Las
series
dramáticas
existían,
pero
mucho
menos
lustrosas
que
las
actuales
y
se
caracterizaban
por
su
serialización.
Es
decir,
capítulos
de
casi
una
hora,
generalmente
24
por
temporada,
y
con
episodios
auto-conclusivos.
Cada
capítulo
era
un
caso
o
misterio
que
los
personajes
resolvían
y,
en
su
desenlace,
se
volvía
al
statu-quo
inicial
y
tabula
rasa
para
empezar
de
cero
el
próximo
capítulo.
Había
excepciones,
por
supuesto.
Como ‘Yo,
Claudio‘.
O
con
capítulos
especiales,
generalmente
a
final
de
temporada,
que
usaban
cliffhangers
(dejar
la
trama
abierta
con
un “Continuará”,
popularizado
por
el
fenómeno “¿Quién
disparó
a
J.R?”,
resuelto
en
el
capítulo “¿Quién
lo
hizo?”
de
la
serie ‘Dallas’).

‘Dallas’
Pero
por
lo
general,
esos
cliffhangers
se
resolvían
rápidamente
al
inicio
del
siguiente
capítulo.
La
estructura
serializada
eliminaba
el
concepto
de
actos
con
consecuencia,
exceptuando
alguna
muerte
en
la
ficción
porque
el
actor
o
actriz
abandonara
la
serie.
Por
tanto,
los
personajes
rara
vez
experimentaban
cambios
o
arcos
de
personaje.
Además,
la
mayoría
de
series
no
se
atrevían
a
salir
de
la
sala
de
urgencias
o
las
comisarías.
Más
allá
de
casos
excepcionales
como ‘V’
o ‘Expediente
X’,
las
pocas
aventuras
de
fantasía
o
de
ciencia
ficción
como ‘Power
Rangers’, ‘Hércules’
o ‘Xena’,
tenían
un
presupuesto
ínfimo,
con
efectos
especiales
risibles
y
actuaciones
teatralizadas,
que
reflejaban
que
ni
las
propias
series
se
tomaban
a
sí
mismas
demasiado
en
serio.
Y
así
siguió
el
panorama,
hasta
que
llegó
HBO
con ‘Los
Soprano‘.
La
Era ‘Soprana’
y
los
arcos
de
personaje:
del
cable
al
del
streaming
Aunque
series
como ‘Twin
Peaks‘
ya
habían
desafiado
los
convencionalismos
de
la
televisión,
casi
todos
los
críticos
coinciden
en
que ‘Los
Soprano’
de
HBO
marcó
el
antes
y
el
después
del
sector
con
su
primera
emisión
en
1999.
The
New
York
Times
dijo
al
estrenarse
la
primera
temporada
de
la
serie
que
podía
ser “la
obra
más
grande
de
la
cultura
popular
estadounidense
del
último
cuarto
de
siglo”.
TV
Guide
y
Rolling
Stone
coronaron
a ‘Los
Soprano’
como “la
mejor
serie
de
todos
los
tiempos“.
‘Los
Soprano’
nos
trajo
como
protagonista
a
un
antihéroe
amoral,
Tony
Soprano,
que
iba
a
definir
el
arquetipo
de
personajes
televisivos
de
los
próximos
años.
Además,
la
serie
trajo
una
serie
de
técnicas
cinematográficas
y
belleza
artística
generalmente
ajena
a
la
pequeña
pantalla:
los
decorados,
los
planos,
el
ritmo,
los
arcos
de
personaje
que
evolucionan
a
lo
largo
de
episodios.
HBO
pudo
sacar
semejante
conejo
de
la
chistera
porque
era
una
televisión
por
cable.
Mientras
la
tele
generalista
dependía
de
los
anunciantes,
los
cuales
no
querían
experimentos,
HBO
se
debía
a
sus
suscriptores,
y
dio
libertad
creativa
a
David
Chase.
Su
serie
elevó
el
baremo
y,
al
funcionar,
permitió
que
se
produjeran
series
como ‘The
Wire‘
(2002)
o ‘Perdidos‘
(‘Lost’,
2004),
auténticos
fenómenos
culturales,
con
protagonistas
complejos,
un
mayor
presupuesto
e
innovadoras
técnicas
narrativas.

El
creador
de ‘The
Wire’,
David
Simon,
de
hecho,
era
un
escritor
y
periodista
de
investigación,
y
se
nota
en
la
calidad
del
guion.
Sin
Tony
Soprano
tampoco
habría ‘Mad
Men’
(2007), ‘Breaking
Bad’
(2008)
o ‘Homeland’
(2011),
que
ahondaron
en
el
protagonista
antihéroe.
En
el
caso
de ‘Breaking
Bad’,
la
belleza
de
algunos
de
sus
planos,
de
sus
guiones
y
de
sus
actuaciones
han
sido
reconocidos
con
numerosos
galardones
(Bryan
Cranston
ganó
4
premios
Emmy
en
5
temporadas
por
su
papel
de
Walter
White).
HBO
también
desvió
la
primacía
del
sector
desde
las
cadenas
como
ABC
y
NBC
al
cable.
El
streaming
no
es
sino
una
continuación
de
este
modelo,
pero
generalizándose
gracias
a
Internet.
Netflix
no
hizo
sino “democratizar”
el
esquema
HBO
con
series
como ‘House
of
Cards’
o ‘Stranger
Things’…
e
internacionalizando
la
producción,
con
fenómenos
como ‘El
juego
del
calamar’
o ‘La
casa
de
papel’
(y
de
paso
subiendo
el
nivel,
al
menos
presupuestario,
de
las
series
españolas).
Ya
en
la
década
de
los
2010,
HBO
produjo ‘Juego
de
Tronos’
(2011)
y
Amazon
Prime
Video
se
arriesgó
con
series
como ‘The
Expanse’
(2015)
o ‘The
Boys’
(2019).
Estas
series
de
géneros
como
la
fantasía,
la
ciencia
ficción
o
los
superhéroes
además
de
tener
tramas
oscuras
y
complejas,
son
auténticas
superproducciones
que
se
atreven
además
de
salir
de
los
dramas
médicos
y
policiales.
La
adición
a
la
carrera
de
Disney+
(que
posee
los
derechos
de
Star
Wars,
Marvel,
Pixar
o
20th
Century)
y
de
Apple
TV+
(que
ha
apostado
por ‘La
Fundación’
de
Isaac
Asimov
o
por
el
éxito
de
crítica ‘Separación‘)
no
ha
hecho
sino
aumentar
la
cantidad
de
series
de
grandes
presupuestos.
Las
características
de
la
Edad
de
Oro
de
la
TV:
dinero
y
¿calidad?
El
streaming
domina
hoy
una
industria
multimillonaria.
De
acuerdo
a
la
consultora
Ampere
Analysis
los
ingresos
totales
por
streaming
habrían
pasado
en
2024
la
marca
de
los
17.300
millones
de
dólares
de
ingresos,
superando
los
16.700
millones
de
la
televisión
de
pago.
Los
10
principales
gigantes
del
streaming
llegan
a
día
de
hoy
a
casi
900
millones
de
usuarios
a
nivel
mundial
según
Digital
Trends.
Estamos
hablando
de
un
negocio
multimillonario
y
de
gran
penetración.

Gráfico
de
elaboración
propia,
fuentes:
Digital
Trends
y
Netflix.
Podríamos
decir
que
dos
cosas
caracterizan
a
esta
Edad
de
Oro
de
las
Series:
inversión
y
calidad
(con
matices).
Respecto
al
dinero
invertido,
encontramos
que
en
2022
los
streamers,
liderados
por
Netflix,
Amazon
y
Disney+,
gastaron
23
mil
millones
de
dólares
en
nuevas
producciones,
según
Ampere
Analysis.
En
1998,
el
año
1
a.
T.
(antes
de
Tony
Soprano),
la
producción
la
dominaban
ABC
y
NBC.
Como
comparativa
a
las
astronómicas
cifras
actuales,
NBC
ponía
aquel
año
toda
su
carne
presupuestaria
en
el
asador
gastando
una
cifra
récord
de
286
millones
de
dólares
al
año
en
una
única
serie
con
22
episodios
originales: ‘Urgencias’.
Con
una
inflación
acumulada
en
Estados
Unidos
de
casi
el
80%
en
este
período,
a
día
de
hoy
esa
cifra
rondaría
los
500
millones
de
dólares.
Pero
es
que
por
esa
época
aquello
era
un
caso
único.
Hoy,
un
sólo
operador,
Netflix,
se
gasta
en
un
año
13.000
millones
en
contenido
(en
2023).
En
lugar
de
una
serie
que
acumula
el
principal
gasto
de
una
cadena
tenemos
una
miríada
de
shows
que
cuestan
dos
cifras
(de
millones)
por
capítulo.
El
segundo
elemento
que
caracteriza
a
esta
época
dorada
televisiva
es
la
calidad.
Muchos
shows
han
recortado
su
duración
tanto
en
capítulos
por
temporada
como
en
minutaje.
Los
shows
ya
no
necesitan
la
estricta
duración
de
50
minutos
para
hacer
pausas
para
anunciantes.
Y
el
elevado
coste
por
capítulo
hace
que
se
produzca
más
cantidad
pero
más
corta
y
de
más
calidad
(al
menos
hasta
hace
un
tiempo).
También
se
nota
el
cambio
en
los
actores
protagonistas.
Hasta
hace
poco,
cine
y
televisión
eran
mundos
aparte,
ahora
son
vasos
comunicantes.
Vemos
actores
de
cine
en
series
sin
que
se
considere
ya
que
por
ello
bajan
su
caché,
al
contrario.
Una
tendencia
que
comenzó
con
fichajes
estelares
como
los
de
Martin
Sheen
en ‘El
ala
oeste
de
la
casa
blanca’,
Kiefer
Sutherland
en ’24’,
Kevin
Spacey
en ‘House
of
Cards’
o
Cillian
Murphy
en ‘Peaky
Blinders’.

‘House
of
Cards’
The
Economist
hizo
un
estudio
con
datos
de
IMDb
y
concluyó
que
las
series
dramáticas
de
entre
los
70
y
los
90
tenían
una
media
de
7,85
sobre
10
de
puntuación.
Desde
entonces
se
produce
un
ascenso
paulatino
de
la
nota
hasta
alcanzar
el
8,17
en
el
año
2010.
La
diferencia,
como
refleja
el
artículo,
no
es
mucha,
pero
hace
dos
puntualizaciones.
Primera:
desde
2010,
73
series
superaron
el
9
de
nota,
cuando
en
los
90
sólo
11
conseguían
esta
marca.
Segunda:
desde
2010,
la
cantidad
de
series
producidas
ha
superado
a
la
del
cine.
Es
decir,
la
producción
ha
aumentado
muchísimo
y,
tomando
todas
las
series,
la
calidad
no
ha
aumentado
tanto
en
proporción,
pero
sí
se
han
creado
muchas
más
obras
maestras
en
este
período.

Tabla
de
elaboración
propia
con
datos
de
IMDb
donde
se
aprecia
el
pico
de “obras
maestras”
alcanzado
desde
1999
a
2008.
¿Fin
de
la
burbuja
de
la
Edad
Dorada
o
inicio
del ‘Peak
TV’?
En
2022
se
produjeron
un
total
de
599
series
originales
según
Variety,
quien
calificó
la
cifra
de “límite”.
Un
año
después,
Ampere
Analysis
detectaba
que
el
número
de
series
cayó
un
24%
en
2023.
Un
estudio
de
Luminate
cifraba
un
descenso
similar
en
2023,
un
17%,
y
en
2024
señalaba
que
la
caída
de
producción
de
series
ha
sido
de
un
7%
en
Estados
Unidos.
Es
decir,
una
reducción
menos
abrupta
pero
que
señala
que
la
tendencia
continúa.
El
gasto
en
producciones
aumentó,
sin
embargo,
un
14%
en
2023
mientras
que
en
2024
el
incremento
por
parte
de
las
seis
mayores
compañías
de
contenido
fue
de
un
9%.
En
todo
caso,
se
nota
el
fin
de
una
era
tras
el
confinamiento
y
las
huelgas
de
guionistas,
pues
el
aumento
de
gasto
de
2021
a
2022
fue
de
un
45%.
Es
decir,
aunque
la
inversión
aumenta,
se
reduce
el
ritmo
y
también
el
número
de
series.
No
debemos
olvidar,
además,
que
los
streamers
siguen
en
un
proceso
de
crecimiento
y
de
dudosa
rentabilidad
(o
incluso
pérdidas
para
Disney).
Y
sin
embargo,
no
faltan
estudios
que
nos
dicen
que
el
gasto
continuará
aumentando.

Recientemente,
la
doctora
experta
en
medios
Siobhan
Lyons
declaró
que “con
Better
Call
Saul‘
[2015-2022]
concluyó
la
Era
Dorada
de
la
TV
como
la
conocemos”.
Por
otro
lado,
tenemos
al
creador
de ‘Los
Soprano’,
David
Chase,
lamentando
que “la
era
de
la
tele
compleja
y
ambiciosa
se
ha
terminado”
y
que
hemos
vivido
un
dorado
lapso
de
25
años,
pero
ahora
le
exigen
que
haga
sus
guiones
algo
más “tontos”
porque
el
público “no
puede
centrarse”
en
nada.
Estas
declaraciones
expresan
la
inquietud
de
que
la
libertad
creativa
ha
llegado
a
su
fin
y
los
estudios
quieren
rentabilidad.
Desde
2023,
las
principales
plataformas
de
streaming
han
dificultado
la
compartición
de
cuentas
y
han
subido
los
precios
de
sus
planes.
Vuelve
la
publicidad
también;
la
alternativa
que
se
ofrece
para
pagar
menos
son
los
planes
con
anuncios.
¿Han
reinventado
la
tele
tradicional
y
conservadora
los
streamers?
Las
reflexiones
sobre
la
cantidad
de
producción
y
la
calidad,
así
como
el
incremento
de
lo
que
pagamos,
nos
llevan
de
vuelta
al
artículo
de
The
Economist
que
abre
este
texto: “pagar
más”
para “ver
menos”.
En
dicha
pieza,
el
autor
decía
que
debemos
aprovechar
este
2025,
que
incluye
contenidos
aplazados
de
años
anteriores,
porque
podría
ser
el
último “dorado”.
Otros
autores
prefieren
hablar
del
cambio
de “Edad
de
Oro”
a “Peak
TV”:
es
decir,
seguiremos
teniendo
contenido
a
punta
pala,
pero
la
calidad
no
será
la
de
los
últimos
años.
Sólo
el
tiempo
dirá.
Mientras
tanto,
si
algo
nos
quedará,
es
un
repositorio
lleno
de
nostalgia
para
volver
a
ver
cuando
queramos.
En
Espinof
|
Las
10
mejores
series
de
2025
En
Espinof
|
Las
10
mejores
películas
de
2025