
Hay
un
mito
que
se
repite
una
y
mil
veces,
y
no
por
ello
es
más
cierto:
seguro
que
has
leído
en
más
de
una
ocasión
que
el
momento
en
el
que
Heath
Ledger
vuela
por
los
aires
un
edificio
en
El
Caballero
Oscuro
estuvo
improvisado.
Bueno,
por
supuesto
que
no
fue
así:
un
plano
tan
caro
estuvo
ensayado
una
y
mil
veces.
De
hecho,
la
mitad
de
las
cosas
que
leemos
como “improvisadas”
por
parte
de
los
actores,
suelen
ser
diálogos
que
se
añadieron
a
la
escena
después
de
una
improvisación
o
una
charla
con
los
directores.
Es
el
caso,
claro
está,
de
Joker.
A
bailar,
que
el
mundo
se
va
a
acabar
Hablo
de
la
famosa
escena
en
la
que
Joker,
con
la
pistola
en
la
mano,
va
al
cuarto
de
baño
y
se
dedica
a
bailar,
que
muchos
han
calificado
como “improvisada”.
La
recuerdas,
¿verdad?
Bueno,
pues
no
es
lo
que
su
director,
Todd
Phillips,
tenía
en
mente:
en
el
guion
original,
Arthur
llegaba
al
baño,
escondía
la
pistola,
se
quitaba
el
maquillaje
y,
preocupado,
se
preguntaba
a
sí
mismo “¿Pero
qué
he
hecho?”.
Sin
embargo,
tanto
Joaquin
Phoenix
como
Phillips
sintieron
que
no
pegaba
mucho
con
el
personaje,
así
que
decidieron
darle
una
vuelta.
Solo
había
un
pequeño
problema:
tanían
fuera
a
150
personas
esperando
a
que
encontraran
una
solución
que
les
gustara.
Al
final,
después
de
una
hora
de
cháchara,
con
los
dos
escondidos
en
aquel
lavabo,
Phillips
se
acordó
de
que
tenía
un
extracto
de
la
banda
sonora
de
Hildur
Guðnadóttir,
que
ya
estaba
trabajando
en
ella,
y
se
la
puso
al
actor.
Inmediatamente,
a
Phoenix
se
le
ocurrió
que
podía
bailar
en
lugar
de
ocultar
la
pistola
y
lamentarse.
Rodaron
y
se
convirtió
inmediatamente
en
un
mito
de
la
historia
del
cine
reciente.
Tanto,
que
no
fueron
pocos
los
que
pensaron
que
Joker:
Folie
à
deux
podría
funcionar
como
musical.
Al
fin
y
al
cabo,
ya
hubo
una
escena
de
baile
en
la
película
original
que
todo
el
mundo
adoraba,
¿no?
¡Esto
es
poco
más
o
menos
lo
mismo!
Por
supuesto,
todos
sabemos
lo
que
pasó
al
final:
hay
cosas
que
son
simplemente
irrepetibles.