Un
año
más,
Nathan
Fielder
lo
ha
vuelto
a
hacer.
Después
de
colarnos
la
genial
e
incómoda ‘The
Curse‘
entre
medias
de
las
temporadas,
esta
primavera
ha
regresado
a
Max
la
brillante ‘Los
ensayos‘
(The
Rehearsal),
su
(si
tengo
que
catalogarlo
de
alguna
manera)
cómico “docurreality”
con
nuevas
simulaciones.
Una
vez
que
a
mitad
de
su
primera
temporada
descubriésemos
que
esto
no
iba
a
ser
tan
episódico
como
parecía
y
que
de
repente
estábamos
explorando
conceptos
como
paternidad,
pertenencia
y
demás,
en
esta
temporada
2
el
cómico
canadiense
va
de
frente
(más
o
meno)
con
su
misión:
solucionar
la
siniestralidad
del
sector
aéreo.
Para
ello,
parte
de
una
tesis:
hay
falta
de
comunicación
entre
piloto
y
copiloto
y,
no
solo
eso,
se
forman
momentos
de
tensión
entre
ellos.
Así
que
con
esa
idea
empiezan
las
simulaciones
con
pilotos
y
copilotos
reales
para
observarles
e
intentar
entender
por
qué
se
producen
esa,
digamos,
incomodidad
y
falta
de
comunicación.
Nathan
for
you(r
Head)
Y
lo
hace
como
él
solo
sabe.
Hilvanando
situaciones
e
ideas
que,
si
bien
parecen
alejadas
si
las
ves
aisladamente,
se
ven
tremendamente
relacionadas
en
el
esquema
global.
La
visión
panorámica
que
expone
el
canadiense,
sin
dejar
lo
tremendamente
estrambótico
y
peculiar
—sí,
esa
parte
del
episodio
3
no
se
me
quitará
de
la
cabeza—
y
la
gran
comedia,
es
impecable
tanto
en
forma
como
en
fondo.
En
esta
temporada
2, ‘Los
ensayos’
crecen
en
autoconciencia
e
incluso
hay
cierta
autocrítica
tanto
a
contenido
como
a
autor
(el
episodio
en
el
que
llama
nazis
a
los
de
Paramount
es
claro
ejemplo)
en
lo
que
él,
además,
se
pone
frente
al
espejo.
Lo
que
hace
de ‘Los
ensayos’
no
solo
algo
muy
de
autor
si
no
también
muy
personal
es
algo
que
ya
hacía
Fielder
en ‘Nathan
for
you’.

La
serie
habla,
en
esta
temporada,
de
muchísimos
temas
y
poco
a
poco
va
haciendo
un
perfil
del
piloto
como
alguien
normalmente
reservado.
En
lo
que
intenta
ver
de
donde
puede
venir
esta,
no
tanto
soledad
como
alienación/autoaislamiento
(también
es
verdad
que
vaya
fauna
hay
a
veces),
Fielder
no
duda
en
abrir
cierto
cajón
de
recuerdos
y
aspiraciones
propias,
planteándose
cuestiones
de
su
propia
vida.
En
este
sentido,
los
alocados
giros
no
son
sino
reflejo
de
su
propia
búsqueda
del
saber
quién
es.
Un
ansia
de
conocerse
a
sí
mismo
en
lo
que
abre
unas
puertas
y
esconde
bajo
la
asombra
lo
que
le
incomoda
o
lo
que,
a
su
personaje
(es
difícil
separarlos),
no
quiere
enfrentarse:
cuestiones
de
salud
mental
y
si
Fielder
podría
estar
en
algún
punto
del
espectro
autista
planean
por
la
serie.
Pero,
como
suele
pasar,
es
el
propio
Fielder
el
juez,
jurado
y
verdugo
de
su
propia
serie
y
nos
deja
ver
hasta
cierto
punto.
El
que
sea
suficiente
o
no
eso
ya
es
a
juicio
del
espectador.
Para
mí,
no
solo
es
bastante
sino
que
esto
esperando
la
siguiente
ración.
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