Vaya
por
delante
que
no
importa
lo
que
diga
en
esta
crítica,
o
en
cualquier
otra
de
un
remake
en
acción
real
de
una
película
animada:
por
más
matices
que
le
podamos
poner,
cambios
a
mejor
o
a
peor,
sigue
siendo
una
obra
innecesaria
(excepto
para
llenar
las
arcas
del
estudio)
que
demuestra,
más
que
ninguna
otra
moda
en
Hollywood,
la
decadencia
absoluta
de
la
confianza
que
los
ejecutivos
ponen
en
el
público.
En
el
caso
de
‘Cómo
entrenar
a
tu
dragón’,
al
menos,
han
tenido
la
decencia
de
permitir
que
fuera
el
creador
original,
Dean
DeBlois,
el
que
se
encargara
de
pergeñar
este
absurdo
rodaje.
¿Ha
salido
bien?
Sí,
estupendamente:
es,
sin
duda,
el
mejor
de
entre
todo
este
grupúsculo
de
dislates
audiovisuales.
¿Podríamos
haber
vivido
sin
verla?
Francamente,
por
supuesto
que
sí.
DE
LOS
MUERTOS
es
PURO
ZACK
SNYDER
|
Crítica
SIN
SPOILERS
(Army
of
the
Dead)
Zaragoza,
capital
de
Adragón
Los
remakes
de
Disney
son,
desde
su
concepción,
un
mero
juego
de
licencias
para
mantener
los
nombres
vivos,
el
merchandising
fluyendo
y
los
personajes
siendo
reconocidos
en
los
parques
temáticos.
Las
películas,
por
más
dinero
que
se
hayan
gastado
en
ellas,
lucen
abrumadoramente
artificiales,
un
desfile
de
CGI
de
saldo
en
el
que
la
única
diferencia
es
el
grado
de
hiperrealismo
con
el
que
van
a
tratar
a
sus
personajes.
Por
suerte,
el
resultado
aún
no
es
lo
mismo
en
obras
tan
distintas
como
‘El
rey
león’,
‘Aladdin’
o
‘Lilo
y
Stitch’.
Sin
embargo,
ni
siquiera
los
mejores
remakes
de
la
casa
(con
‘El
libro
de
la
selva’
a
la
cabeza)
logran
ser
algo
más
que
una
excusa
poco
disimulada
para
sentar
a
los
niños
dos
horas
en
silencio
y
tener
algo
que
regalarles
por
Navidad.
De
hecho,
diría
que
apenas
hay
un
par
de
remakes
en
acción
real
que
aguanten
el
peso
como
películas
independientes,
sin
tener
ya
la
fundada
base
nostálgica
de
la
original,
esa
que
hace
que
detrás
de
cada
escena
mal
ejecutada
haya
una
vocecilla
en
nuestra
cabeza
obligándonos
a
perdonar
y
recordándonos
lo
mucho
que
nos
gustan
sus
versiones
originales.
Estoy
bastante
seguro
de
que
al
público
no
le
gusta
los
remakes:
le
gusta
la
sensación
de
recordar
tiempos
mejores.
Sin
embargo, ‘Cómo
entrenar
a
tu
dragón’
sí
es
capaz
de
driblar
el
complicado
camino
de
la
nostalgia
creando
una
película
que
valga
la
pena
por
sí
misma,
sin
necesidad
de
compararla
con
la
siempre
pesada
losa
del
pasado.
Tampoco
quiero
llamar
a
engaño,
así
que
voy
a
aclararlo
desde
el
primer
momento: ‘Cómo
entrenar
a
tu
dragón’
es
buena,
sí,
pero
también
un
calco
de
la
original
que
no
intenta
crear
nuevas
tramas
ni
cuadrar
el
círculo.
La
película
original
funciona
a
las
mil
maravillas,
así
que
esta
nueva
versión
se
dedica
a
hacer
un
ejercicio
formal
copiándola
casi
plano
a
plano
15
años
después.
Sorprendentemente,
la
traslación
a
imagen
real
no
se
siente
ni
forzada
ni
dirigida
por
una
mesa
de
accionistas
con
más
conocimiento
financiero
que
artístico:
Dean
DeBlois
sabe
perfectamente
lo
que
está
haciendo
con
un
compromiso
que
probablemente
no
quería
hacer
en
primer
lugar,
pero
con
el
que
ha
acertado
al
planteárselo
como
una
película
original
que
no
nace
con
sentimiento
de
inferioridad,
sino
que
es
capaz
de
mirar
de
tú
a
tú
a
la
original.
¡Paso,
que
voy
ardiendo!
Dean
DeBlois
despliega
en ‘Cómo
entrenar
a
tu
dragón’
una
espectacularidad
inédita
en
este
tipo
de
películas,
deslumbrando
especialmente
en
las
escenas
de
vuelo,
que
superan
con
mucho
a
las
de
otras
películas
más
laureadas
como ‘Avatar’.
Es
trepidante,
impresionante
y
se
siente
tangible
para
el
publico,
a
lo
que
ayudan
los
espectaculares
exteriores
de
Irlanda
del
Norte
entre
los
que
Desdentao
e
Hipo
hacen
todo
tipo
de
virguerías
y
acrobacias
que
no
duran
ni
más
ni
menos
de
lo
que
deberían.
Al
igual
que
el
resto
de
la
película,
el
timing
está
medido
al
dedillo
para
un
resultado
ideal.

Personalmente,
creo
que
esta
nueva
versión
se
pasa
un
poco
a
la
hora
de
venerar
la
original,
y
precisamente
al
no
atreverse
a
tocarla
carece
de
incentivos
para
verla
si
ya
has
visto
aquella
(más
allá
de
la
mera
curiosidad
morbosa),
pero
la
mezcla
de
su
guion
a
prueba
de
bombas,
su
impoluta
fotografía
y
su
potente
dirección
hace
de
este
un
divertimento
veraniego
familiar
que,
por
ahora,
no
tiene
rival
en
la
cartelera.
Se
siente
como
una
película
en
lugar
de
un
simple
sacadinero
fácil,
y
su
falta
de
riesgo
se
suple
perfectamente
con
su
estupendo
acabado,
que
consigue
captar
la
magia
de
la
película
original
logrando
bordear
con
éxito
la
convención
de
cosplay
vikingo
o
el
festival
de
CGI
barato
que
cualquiera
podría
temer.
Si
alguien
ve ‘Cómo
entrenar
a
tu
dragón’
sin
haber
disfrutado
de
la
original,
va
a
gozar
tanto
o
más
que
el
que
ya
es
fan
de
Desdentao
e
Hipo,
y
la
clave
es
el
respeto
por
una
obra
en
la
que
apenas
han
retocado
un
par
de
tramas
y
personajes,
ahora
más
delineados
y
cuya
relación
fluye
mejor.
Son
pequeños
detalles
prácticamente
anecdóticos
pero
que
terminan
de
refinar
una
película
formalmente
perfecta
cuyo
único
pecado
(no
es
pequeño
precisamente)
es
formar
parte
de
esta
ola
de
sinrazón
y
readaptaciones
innecesarias
con
las
que
Hollywood
hace
caja
en
una
época
donde
el
público
general
solo
parece
querer
invertir
en
aquello
que
ya
conoce
de
antemano.
No
creo
que
haga
falta
señalar
lo
obvio.
Sí,
es
el
mejor
remake
de
acción
real
que
se
ha
hecho
hasta
ahora.
Pero
no,
no
es
capaz
de
superar
a
la
obra
original,
que
mostraba
mejor
la
plasticidad
y
la
emocionalidad
de
los
personajes
de
una
manera
mucho
más
única
y
personal.
¿Preferiría
ver
este
dinero
invertido
en
nuevas
películas
originales
o
incluso
en
una
nueva
secuela
animada
más?
Por
supuesto.
Pero
los
inversores
parecen
haber
marcado
el
éxito
a
través
del
camino
de
la
nostalgia
empedernida
y
la
repetición
constante,
y
no
va
a
haber
manera
de
que
se
bajen
de
la
burra
(o
del
dragón,
vaya)
porque
el
público
les
está
dando
la
razón.
Al
menos,
ya
que
vamos
a
ver
remakes
sin
parar,
es
un
gusto
encontrarse
con
alguna
joya
dentro
del
subgénero
tan
gozosa
como
esta.
Habrá
que
atesorarla,
porque
son
minoría.
En
Espinof
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