El 5 de julio nunca será un día para los hinchas de Talleres. Aquella escena en la que Roberto “Lute” Oste venció a Bernardo “Diente” Ragg en elúltimo penal de una definición infartante formó parte de un día que jamás termina para el pueblo albiazul.

Es más, ese día cumple hoy 22 años. Aquella “final del siglo”, con alargue incluido y definición desde los 11 metros (el global fue 2-2 porque en la ida fue 1-0 para la “T” y en la vuelta, 2-1 para la “B”), le permitió al cuadro dirigido por Ricardo Gareca llegar a la gloria: dejó en el camino a Belgrano, dio la vuelta olímpica y logró el ascenso a Primera.

En las últimas horas se viralizó por las redes sociales un video inédito de aquella tarde, el de los penales más famosos de la historia del fútbol cordobés con el sonido ambiente que había en el Chateau.

El amor propio del “Luifa”

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La imagen de Belgrano del ’98 es que esa derrota ante la “T” lo fortaleció. El Pirata renació, se hizo más grande y robusto hacia adentro para restañar heridas velozmente.

Sus hinchas, finalmente, pudieron festejaron el ascenso a Primera después de vapulear a Aldosivi de Mar del Plata.

Solamente habían pasado 14 días desde aquella final con Talleres. Y aunque muchos pensaron que “el Pirata” estaba “muerto” y no podría levantarse de ese duro golpe, fue el referente Luis Artime quien ese mismo día envió una señal de que estaban más vivos que nunca.

Tras perder la final, “el Luifa” se dirigió a la popular de Belgrano para cantar junto a los hinchas y enviar una señal de que habían caído de pie. Y de que irían por el ascenso, objetivo que lograron al poco tiempo.

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Ver la final en la tribuna del frente

La historia de Juan Pablo tiene todos los matices posibles. Este treintañero fanático de Talleres era un niño el día de la final. Por eso su padre pensó que lo mejor era no llevarlo al Chateau por si había incidentes.

Su familia paterna es toda albiazul. Pero del lado de su mamá, todos son “Piratas”. Aquel 5 de julio su viejo se fue a ver el clásico sin él. Y como no podía ser de otra forma, el pequeño lloró de manera desconsolada.

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La madre no pudo verlo sufriendo así, y llamó a sus hermanos (todos hinchas de Belgrano) para que lo llevaran al Chateau y no se pierda el partido.

Lo que ocurrió después, lo cuenta el propio Juan Pablo.

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