“Tiene la manzana rodeada”, fue la respuesta irónica, pero descriptiva, de un albertista sobre la delicada situación de Claudio “Chiqui” Tapia al frente de la AFA. El presidente Alberto Fernández tiene problemas más graves que resolver. Pero, como a todo futbolero, lo tienta tener influencia en el deporte más popular del país.
Hay dos operadores albertistas como José “Pepe” Albistur y Luis Segura, extitular de la AFA y enemigo de Tapia, que “trabajan” para tener certezas sobre la situación de la conducción del fútbol.
Pero la inestabilidad de Tapia en el cargo tienen otros motivos, además, del innegable interés del Gobierno de sacarlo del medio.
Se mezclan cuestiones personales, políticas y una acumulación de enemigos por parte de Tapia, que convierten en arena movediza el piso de la histórica casona de la porteña calle Viamonte. En el ambiente del fútbol es comentado que los males para “el Chiqui” comenzaron en 2019, cuando se divorció de su esposa, Paola Moyano, hija del gremialista Hugo Moyano.
El poderoso titular del gremio de Camioneros y presidente de Independiente de Avellaneda había sido vital para que su entonces yerno llegara a ocupar el sillón principal de la AFA, desde el humilde club Barracas Central.
No es un dato menor que Moyano sea el principal sostén gremial del presidente Alberto Fernández. Tampoco ocultan su amistad. El 24 de agosto del año pasado, el gremialista visitó al Presidente, con su familia, en la quinta de Olivos.
Tuvieron un olvido que les costó un gran revuelo mediático: se fotografiaron sin barbijos y sin distanciamiento social, en plena cuarentena.
Tapia también cosechó enemigos entre los dirigentes de los clubes chicos que lo llevaron al poder. Además, hay dos dirigentes que lo tienen en la mira y conducen a los clubes más poderosos: Rodolfo D’Onofrio (River) y Jorge Amor Ameal (Boca).
Para sostener sus votos de los clubes del ascenso y las ligas del interior, Tapia no quiere hablar con los dos “grandes” de un nuevo reparto de los fondos de la televisión.
Tapia se ganó dos enemigos de peso, que para su desgracia tienen buena llegada a la Casa Rosada.
Este contexto hace realista la frase inicial, que se podría traducir en otra más futbolera: Tapia tiene la cancha rodeada.
El texto original de este artículo fue publicado el 27/03/2021 en nuestra edición impresa.
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