Allá por 2002, cuando los live actions no eran un bien tan cotizado como ahora, nos llegaba ‘Scooby-Doo: La Película’. Adaptaba a imagen real la serie animada de Hanna-Barbera, estaba dirigida por Raja Gosnell y guionizada por James Gunn (a quien ya conocemos de sobra por su trabajo reciente en ‘Guardianes de la Galaxia’ o ‘El Escuadrón Suicida’, por citar un par de ejemplos) y reunía a conocidas estrellas para dar vida a los queridos personajes. Este año se cumple el 20 aniversario del filme, que tenéis disponible en HBO Max.

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¿Dónde estás?

La historia arrancaba con los reconocibles miembros de la Máquina del Misterio: Shaggy (Matthew Lilard), Velma (Linda Cardellini), Daphne (Sarah Michelle Gellar), Fred (Freddie Prinze Jr) y, por supuesto, Scooby-Doo (a quien ponía la voz Neil Fanning), que deciden separarse tras una fuerte discusión. Tiempo después, son reclutados por el magnate Emile Mondavarious (Rowan Atkinson) para investigar unos extraños sucesos en el parque temático de Isla Espectro.

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Se trata de una cinta que tenía cierto miedo de revisionar, porque tiene muchos elementos claramente enfocados al público infantil y no sabía yo cómo iba a resistir el paso del tiempo. No obstante, el principal encanto que le he encontrado es esa falta absoluta de vergüenza ajena que se entrega a la comedia desenfrenada sin miedo al ridículo.

Precisamente, el guión de James Gunn acertó en donde otros live-action fallan: Gunn encontró la forma de adaptar el tono humorístico de la serie original en acción real y no tuvo reparos en dotar a la historia de un tono camp y autoparódico, entendiendo que no se puede hacer un drama de una película sobre un gran danés parlante y su dueño que come galletas de perro.

Scooby Doo Shaggy

Ante todo, lo más destacable es que Gunn da su propia versión de la historia de ‘Scooby-Doo’, sin miedo a tomarse ciertas licencias con el original (el cambio más sustancial quizá sea la identidad de los monstruos, como bien comprenderá cualquiera que haya visto el original), haciendo una adaptación que se nota más libre que algunas de las constreñidas adaptaciones actuales, más preocupadas por “hacer esto porque sale en la original” que por buscar su propia identidad.

Comedia sin complejos

En cuanto a la parte de comedia, se nota que parte de su target es el público infantil (hay muchas bromas de pedos que solo tienen un pase si las miras con nostalgia) aunque también tiene alguna que otra para adultos (la de Mary Jane se perdió en la traducción). En general, es un humor un tanto naíf y bobalicón que entra mejor si vienes con ganas de diversión sin complejos y que, en mi opinión, resiste un poco mejor el paso del tiempo que el de otros live actions cercanos en el tiempo.

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Pese a lo que prima es la comedia, hay que destacar que cada personaje presenta su arco de evolución a lo largo de toda la historia, un detalle que podría parecer pequeño pero que se echa en falta en muchas películas en las que parece que basta con definir al personaje al principio pero luego se descuida su desarrollo.

También ayuda el fabuloso elenco de actores que están totalmente entregados a la comedia y refuerzan la divertidísima parodia que hacen de sus personajes. Se nos hace difícil imaginar a otros intérpretes para hacer estos papeles.

Scooby Doo

Quizá donde más pierde la película de Gosnell es en el apartado técnico, con un Scooby un poco regulero aunque infinitamente mejor acabado que los monstruos, que sí que parecen un pegote digital mal integrado en el fondo. Tampoco es algo que disonara tanto en comparación con otras producciones de la época, todo hay que decirlo.

Como curiosidad, la cosa podría haber sido incluso más loca tal como explicó el propio Gunn, que quería hacer una película para jóvenes más adultos. De hecho, el primer montaje se clasificó R pero la productora lo volvió a editar para bajarlo a PG-13. Nos quedaremos con las ganas de saber cómo habría sido esa primera versión.

‘Scooby-Doo’ es un live-action a rescatar que, en vez de copiar plano a plano el original o hacer “la versión seria” de este, sabe entender lo que funcionaba en los dibujos de Hanna-Barbera y lo adapta al formato dando como resultado esta divertidísima película que no llega a la hora y media. Evidentemente, solo gustará a quien venga mentalizado para disfrutar de su humor desvergonzado pero dejará fuera a quien no entre en el juego.