Lo
último
que
esperaba
al
entrar
a
ver
‘Devuélvemela’
era
salir
profundamente
afligido,
conteniendo
la
lágrima,
pensando
una
y
otra
vez
en
ese
plano
final,
en
el
desconsuelo
de
ese
grupo
de
personajes
completamente
rotos.
Tanto,
que
son
capaces
de
agarrarse
a
un
clavo
ardiendo
con
la
esperanza
(muy,
muy
lejana)
de
encontrar
la
paz,
perdonarse
a
sí
mismos,
arreglar
su
propio
alma
destrozada.
Pueden
venderla
como
la
experiencia
más
extrema
y
sangrienta
del
año,
pero,
más
allá
de
los
planos
salvajes
e
icónicos,
lo
nuevo
de
los
Philippou,
que
demuestran
que ‘Háblame’
no
fue
casualidad,
es
un
tratado
sobre
la
tristeza
más
desesperada
que
no
dejará
a
nadie
indiferente.
¿Estás
triste?
No
estés
triste
Desde
sus
primeros
compases,
a ‘Devuélvemela’
le
sobrevuela
una
nube
oscura.
Un
sentimiento
pesado,
lacónico,
que
no
necesita
evaporar
con
chistes
malos
para
bajar
la
presión
o
momentos
felices
donde
dar
una
válvula
de
escape
al
público:
siempre
hay
algo
que
va
mal,
que
no
funciona,
que
no
permite
a
los
personajes
ser
siquiera
un
poco
felices.
Incluso
cuando
parecen
conseguirlo,
es
solo
una
fachada
hacia
ellos
mismos
que
no
engaña
al
espectador,
consciente
de
que
hay
algo
oculto
para
nosotros,
podrido,
que
está
inherentemente
roto.
No
puede
haber
alegría
en
una
película
rodada
desde
la
desolación.
Por
supuesto,
los
Philippou
no
buscan
en
ningún
momento
tu
lágrima,
porque
ese
sería
el
recurso
fácil:
buscan
tu
malestar.
Que
el
tono
enrarecido
no
te
permita
comer
palomitas
tranquilo,
que
las
imágenes
que
vas
a
ver
se
queden
en
tu
cabeza
durante
semanas,
que
sus
personajes,
cada
uno
envuelto
en
una
invisible
tela
negra
de
pesadumbre,
no
salgan
de
tu
cabeza. ‘Devuélvemela’
es
angustiosa
de
manera
muy
medida,
dejando
que
cada
escena
agobie
más
al
espectador,
entregado
a
un
terrorífico
desamparo.
‘Háblame’
fue
criticada
(de
manera,
yo
creo,
injusta)
por
ser
un
terror
demasiado
adolescente,
y
quizá
por
ello
los
directores
han
dado
un
puñetazo
encima
de
la
mesa
demostrando
que
en
tiempos
de
cine
inmaduro
y
prefabricado,
son
una
de
las
últimas
esperanzas
que
quedan
a
la
hora
de
hacer
historias
adultas,
descarnadas
y,
ante
todo,
únicas.
Era
tentador
dotar
a
la
niña
ciega
de
escenas
melodramáticas,
mostrar
la
sorpresa
antes
de
tiempo
para
sumar
tensión
o
añadir
un
epílogo
que
dejase
con
buen
sabor
de
boca
a
los
espectadores,
pero ‘Devuélvemela’
no
es
esa
película:
tiene
su
propio
ritmo
y
vive
en
su
propia
burbuja
a
la
contra
de
lo
que
está
haciendo
el
resto
de
la
industria.
Y
el
resultado
es
tan
sórdido
como
irrepetible.
Bocata
de
madera
con
brazo
‘Devuélvemela’
es
como
unas
arenas
movedizas.
Puede
que
entres
creyendo
saber
lo
que
te
vas
a
encontrar,
pero
poco
a
poco
y
sin
remisión
te
vas
metiendo
en
una
vorágine
fortuita
e
insospechada,
de
la
que
ya
no
puedes
salir
sin
hacerte
daño
por
el
medio.
Me
resulta
difícil
pensar
que
haya
público
que
salga
del
pase
sin
sentir
que
le
han
clavado
un
puñal
en
el
corazón,
pero
todo
depende
de
hasta
qué
punto
compres
la
tragedia
por
la
que
llevan
a
sus
personajes:
esta
no
es
una
película
fácil
de
ver
ni
pretende
ser
cómoda
para
quien
la
vea
sin
ir
sobre
aviso.
De
hecho,
su
mezcla
de
drama,
terror
y
gore
puede
llevar
fácilmente
a
la
desesperación
o
al
rechazo.
La
película
lo
sabe
perfectamente,
pero
no
por
ello
sube
en
ningún
momento
el
pie
del
acelerador:
lo
aprieta
hasta
no
poder
más.
Incluso
cuando
parece
haber
alguna
fortuita
y
benefactora
salida,
los
personajes
se
encargan
de
dinamitarla,
como
dejando
caer
que
solo
puede
existir
el
caos,
la
muerte,
la
desesperación,
la
esperanza
rota
en
mil
pedazos.
Por
volver
a
ser
feliz,
por
no
volver
a
ser
quien
eras,
por
encontrar
una
nueva
vida,
porque
te
permitan
ser
tú
mismo.
No
hay
un
solo
personaje
principal
en ‘Devuélvemela’
(más
allá
de
la
niña,
tratando
de
sobrevivir
a
su
propio
trauma)
que
pueda
aportar
un
faro
moral
impoluto,
y
en
esa
imperfección
se
encuentra
el
diamante
en
bruto
del
guion.
El
cine
de
terror,
de
un
tiempo
a
esta
parte,
está
claramente
saneado
por
las
productoras
y
las
distribuidoras,
tratando
de
llegar
al
mayor
público
posible.
Las
escenas
grotescas,
los
personajes
antipáticos
y
la
suciedad
se
han
cambiado
por
un “mal
rollito”
que
suele
volatilizarse
después
de
la
escena
de
susto
o
de
persecución
de
turno.
Por
eso
es
tan
difícil
y
tan
apreciable
un
experimento
como
el
de ‘Devuélvemela’,
que
no
deja
al
espectador
buscar
una
abertura
en
su
ambiente
de
pura
asfixia
descorazonadora,
sucia,
icónica
y
terrorífica.
No
sé
si ‘Devuélvemela’
será
la
mejor
película
de
terror
del
año
cuando
lleguemos
al
final
de
año
(ahí
están ‘Keeper’
o ‘Weapons’
deseando
disputárselo),
pero,
como
poco,
lleva
viviendo
en
mi
cabeza
desde
que
la
vi.
No
es
agradable
ni
complaciente,
no
busca
el
amor
del
público
general
y
tiene
personalidad
propia.
Y
eso
la
convierte,
frente
a
las
franquicias
y
las
secuelas,
en
una
imprescindible
de
esta
época
estival.
Si
es
que
puedes
aguantar
el
dolor,
la
tristeza
y
el
desamparo
más
descarnados.
No
es
tan
fácil
como
parece.
En
Espinof
|
Las
mejores
películas
de
2025














